Anticipo del libro "El Hedonista"

Este relato es un anticipo del libro  «El Hedonista» de Esteban Cynowiec, que será publicado por Somnium Ediciones en muy poco tiempo.
Esperamos que lo disfruten…

El Año 2000

“El poder más misterioso envuelto
en lo ilimitado, sin hendir su vacío,
permaneció totalmente incognoscible
hasta que de la fuerza de los golpes,
brilló un punto supremo y misterioso.”
ZOHAR “Bereschit Y 1-VI, 8”

Exhausto, se retiraba el último día del último mes de aquel milenio tormentoso y herético. Empapados de una presagiosa excitación, festejábamos esa noche el enorme privilegio de poder asistir al acontecimiento al que el pensamiento popular atribuía un mágico abanico de posibilidades y esplendor.

Finalmente, se juntaron en el cenit las manecillas de todos los relojes. Hubo un instante de expectante silencio universal, mezcla de excitación y miedo, y estalló entonces, como un anuncio celestial, el tintineo de millones de cristales que se golpeaban con peligrosa fuerza.

Fue entonces: Las copas cayeron al suelo y su líquido se derramó a su lado. Las lámparas y los cuadros y todo aquello que es superfluo a los sentidos fue a dar al piso. Luego fueron los hombres y las mujeres, y todo lo que posee vida se precipitó. Los niños cayeron sin alboroto y sin ruido. Pronto no hubo arriba ni abajo, y a pesar de ello, las cosas seguían cayendo. Las montañas y los mares, los paisajes y los cielos, las tormentas y los días hermosos, todo cayó. Los astros acompañados de sus órbitas y hasta el sol cayó. Por primera vez se desplomaron desde todos los lugares, cientos y miles de dioses que aguardaban, sorprendidos, el desenlace. Seguido cayó Él.

Juntáronse las ideas y los sentimientos, las ganas, los miedos y la locura, y junto con el silencio y el vacío, se desplomaron sin saber dónde. Los colores que con tanto esfuerzo modelara aquel primer resplandor, se fundieron junto al negro en salvaje picada. También un libro leído se cerró sin ninguna marca, y se tumbó junto al resto. Luego fue la luz la que cayó, y la impenetrable obscuridad le siguió.

El comienzo, así como el final fueron a dar al fondo. Desde algún lugar, llegó el eco de una broma, pero como la alegría y las risas habían caído hacía mucho, no hubo festejo alguno. No hubo más volumen. Todo fue un plano. Pronto ese plano entero se redujo a una línea, y esa infinita línea, sin tener más remedio, devino en un único punto luminoso. Ya terminando con lo que incontables años antes comenzara, ese punto fulgurante, resignado, se apagó, y el todo tornó en nada.

No sé cuándo me uniré a esa nada, ni siquiera logro saber cómo es que aún puedo relatar esto.

Una posibilidad es que, tanto esto como yo, seamos nada.

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